En términos generales, se explican como
comportamientos naturales durante el desarrollo de la primera infancia
caracterizados por llantos, lloros, gritos, tirarse al suelo u otras muestras
de ira o frustración que aparecen cuando no se satisface alguna de las demandas
del niño/a o simplemente es por querer "salirse con la suya" y por
ello, buscan obtener aquello que no han conseguido de otro modo y que mejor
forma que hacer rabiar un rato a los padres.
Generalmente comienzan entre los 12 y 18 meses, empeoran entre los 2 y 3 años (el 50-80 % de los niños de 2-3 años tienen rabietas al menos una vez a la semana y el 20 % al menos diariamente) y luego disminuyen rápidamente hasta la edad de 4 años.
Se pueden clasificar en cuatro grandes grupos dependiendo de factores:
1.- Del desarrollo:
Generalmente comienzan entre los 12 y 18 meses, empeoran entre los 2 y 3 años (el 50-80 % de los niños de 2-3 años tienen rabietas al menos una vez a la semana y el 20 % al menos diariamente) y luego disminuyen rápidamente hasta la edad de 4 años.
Se pueden clasificar en cuatro grandes grupos dependiendo de factores:
1.- Del desarrollo:
Son las rabietas más habituales.
Aparecen cuando las emociones negativas
de ira o frustración son utilizadas para reafirmar su personalidad y
autonomía. Esta búsqueda de independencia choca con los límites que le
imponemos como padres y de ahí la pataleta como protesta.
2.- Temperamentales:
Según el carácter y rasgos de
personalidad de cada niño, sus emociones serán expresadas de una u otra manera
y por ello usarán o no el estilo “rabieta pataleta”
3.- Ambientales:
3.- Ambientales:
Aparecen según los factores externos
que rodean al niño. Estos serán o no mantenedores de la conducta incorrecta en
el tiempo.
4.- Orgánicas:
Diversos trastornos pueden estar
relacionados con una frecuencia e intensidad más o menos elevada de rabietas en
los niños.
Por tanto, las rabietas son más fáciles
de reconocer que de definir. Se suelen producir siempre en presencia de
la madre, padre o persona que lo cuida
habitualmente.
No suelen aparecer tanto ante la
presencia de profesores, personas
desconocidas o de autoridad para el niño.
Existen diferentes motivos que pueden
despertar que cada niño elija este comportamiento. Los más importantes o
conocidos son:
- La frustración del niño por no poder hacer algo “inmediatamente”.
- Su deseo de controlar el ambiente, su deseo de “omnipotencia”.
- El deseo de llamar la atención, de ser el centro. (Algunos niños descubren que “portándose mal” reciben mucha atención y cuando “son buenos” nadie les hace caso por lo que se cansan de esta situación y eligen una actitud más rebelde y llamativa.
Ante estas situaciones ¿qué debemos hacer?...
Desde luego cada niño es único, al igual que cada familia, situación o contexto y por tanto, aplicar “recetas mágicas” es complicado sino se cuenta desde el punto de vista psicológico con información objetiva, no sólo del comportamiento del niño sino de la ACTITUD Y RESPUESTA de los padres.
En general os recomendaría algunos
puntos a tener en cuenta:
-Lo
principal es tener claro nuestro plan de trabajo: qué voy a hacer, cómo y por
qué.
- Ignoraremos el comportamiento del niño de forma sistemática, SIEMPRE, tanto a nivel verbal como no verbal con palabras y gestos. En el caso de que exista peligro para él y pueda darse un comportamiento disruptivo que cause peligro, si mantendremos contacto o proximidad.
- Deberemos
ser coherentes y no educar según nuestro estado de ánimo, cansancio etc.
- No contra-argumentaremos la rabieta, esperaremos a que pase y hablaremos con el niño del tema solo en caso de que haya sido el resultado de saltarse una norma.
- Cuando empecemos a no atender las rabietas, la conducta incorrecta en lugar de disminuir va a aumentar. No hay que asustarse, es normal. Poco a poco irán disminuyendo. Lo harán más rápidamente si atendemos las demandas correctas.
- No utilizaremos el cachete, ni gritos, ni ceder al capricho o delegar en la pareja, abuelos u otras personas cercanas. La corrección y en su caso el castigo lo hará la persona afectada de forma contingente a la rabieta.
- Tenemos que tener muy claro cuando comenzaremos a corregirlas y si estamos o no preparados.
- No contra-argumentaremos la rabieta, esperaremos a que pase y hablaremos con el niño del tema solo en caso de que haya sido el resultado de saltarse una norma.
- Cuando empecemos a no atender las rabietas, la conducta incorrecta en lugar de disminuir va a aumentar. No hay que asustarse, es normal. Poco a poco irán disminuyendo. Lo harán más rápidamente si atendemos las demandas correctas.
- No utilizaremos el cachete, ni gritos, ni ceder al capricho o delegar en la pareja, abuelos u otras personas cercanas. La corrección y en su caso el castigo lo hará la persona afectada de forma contingente a la rabieta.
- Tenemos que tener muy claro cuando comenzaremos a corregirlas y si estamos o no preparados.
Si
consideramos que no vamos a ser capaces de mantenernos en el tratamiento de la
rabieta (por estado de ánimo, nuestro carácter, estamos solos sin contar con
ayuda en casa, cansancio etc.), es mejor no hacer nada o esperar a otro
momento.
- Deberemos marcarle normas claras y límites. No sirve de nada decir “debes portarte bien”, es una orden ambigua, deberemos especificar “Recoge tus juguetes de la habitación”.
- Les ayudaremos a expresar sus sentimientos para que sean capaces de expresar de otros modos su enfado, tristeza etc. y siempre ante época de correcciones reforzaremos su buena conducta.
- Deberemos marcarle normas claras y límites. No sirve de nada decir “debes portarte bien”, es una orden ambigua, deberemos especificar “Recoge tus juguetes de la habitación”.
- Les ayudaremos a expresar sus sentimientos para que sean capaces de expresar de otros modos su enfado, tristeza etc. y siempre ante época de correcciones reforzaremos su buena conducta.
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