jueves, 25 de abril de 2013

Jugar con los libros para estimular la lectura






El libro es un juego desde el nacimiento del bebé

Un libro en manos de un niño lo puede llevar a volar por mundos de fantasía, de imaginación, de magia... y llegar a transformar este encuentro en un verdadero torbellino de sensaciones, de voces y ruidos. Es que un libro es también una gran herramienta de juego y como tal tiene que estar presente en la vida de un niño desde su nacimiento.

Un gesto tan sencillo como leer un cuento a un niño puede eternizar una afición enriquecedora durante toda su vida. Los niños copian todo lo que ven en los mayores, por ello si te ven leer, los pequeños se empezarán a motivar porla lectura.

Os dejamos algunas ideas para la hora de contar cuentos, ideas para jugar con los libros y con los niños.
El juego de las voces:

Cualquier cuento por pequeño que sea puede transformarse en un juego de voces y ruidos. A los más pequeños les encanta escuchar los cambios de tono: las voces agudas, las graves, las que imitan a los niños, a una bruja, los sonidos del agua, del viento, de los animales... Así aprenden a identificar a los distintos personajes: los buenos, los malos, los más jóvenes o los más ancianitos. ¡Lo cierto es que cualquier elemento creativo captará su atención

Dibuja la historia:
Sólo se necesitan lápices de colores, cartulinas y un narrador. El juego consiste en que los niños y niñas representen las distintas tramas del cuento: el principio, el nudo y el desenlace. Pueden hacer tantos dibujos como quieran, lo importante es dejar libre su creatividad. Además, observando sus dibujos se pueden aprender cientos de cosas: lo que más llama su atención será lo más grande, lo que menos le gusta lo omitirá o será muy pequeñito... ¡Les encantará tener sus propias ilustraciones de los cuentos! 

Haciendo teatro:
Es hora de sacar del baúl de los recuerdos: un sombrero, unos guantes, collares de plástico, cinturones o un chaleco. Cualquier ropa antigua será el perfecto disfraz, también ayudará un set de maquillaje infantil para caracterizar unos bigotes, una cicatriz o unos coloretes. ¡Representarán su cuento favorito y los niños les encantarán!

Inventando o creando otro final
Seguro que hay algún libro con un final poco divertido, así que la solución es tratar de inventar entre toda la familia el desenlace perfecto. Cada uno aporta su idea y entre toda la familia se decide que "trocito de historia" es el mejor. Es una forma de conversar sobre un libro: los personajes, el contexto, las distintas situaciones, etc. El juego se puede complicar en función de la edad de los participantes;  hay cientos de finales para modificar.

lunes, 22 de abril de 2013

Día Mundial del Libro




Día 23 de abril. Día mundial del Libro. Día de promoción a la lectura
Promover la difusión del libro como un factor de enriquecimiento cultural, fue la meta de la Conferencia General de la UNESCO cuando eligió el día 23 de abril como el Día Mundial del Libro. En el año 1926 en España se instauró en esa misma fecha, el día del Libro ya que coincidía con la muerte de Miguel de Cervantes, Shakespeare y de Garcilaso de la Vega. Anecdóticamente el día 23 de abril también nacieron o murieron otros escritores reconocidos como Maurice Druon, Vladimir Nabokov, Joseph Pla, y Manuel Mejía Vallejo.
A partir de esa iniciativa otras instituciones empezaron a trabajar para fomentar la lectura en la sociedad. Rendir un homenaje al libro y a sus autores es estimular especialmente a los más jóvenes a que descubran el placer de la lectura. Autores, editores, libreros, educadores, bibliotecarios, entidades públicas y privadas, ONGs, medios de comunicación y la sociedad de un modo general se unen a favor de la lectura de los libros. UNESCO considera que el libro es el medio más poderoso para repartir y preservar el conocimiento.
Los libros y los niños
No existen dos libros iguales. Cada libro es distinto del otro y abre nuevas posibilidades de diálogo entre padres e hijos. Los libros se eligen, hojean y hasta quedan "archivados" en la memoria. Se puede volver siempre al libro y notar un color, una palabra o un gesto.
Mucho se han escrito sobre la importancia de la lectura para los niños y se espera demasiado que los educadores, profesores y bibliotecarios les inicien en este maravilloso camino del conocer y saber. Lo que pocos padres saben es que este estímulo tan gratificante debe ser un aprendizaje que ellos deben empezar con sus hijos desde la más temprana edad, antes mismo de ingresarlos a la escuela.
Aquí tenéis algunos consejitos:
1- Introduzca la lectura en algún momento del día. Antes de dormir, por ejemplo. Que la lectura de un libro se convierta en un hábito diario y en una necesidad. Los niños que leen por lo menos media hora al día probablemente serán lectores potenciales.
2- Haga que los libros estén al alcance de los niños para que ellos puedan hojearlos cuando quieran.
3- Para despertar el interés de tu hijo por los libros practique la lectura y deje que tus hijos te vean leer. Los niños copiarán todo lo que hagas.
4- Lea libros en voz alta a tus hijos. La lectura debe ser un hábito construido lo antes posible. Los niños aprenden a leer mejor si antes escucharon alguna lectura.
5- Cuando los niños son muy pequeños, les gustan repetir y repetir siempre el mismo libro. No les niegue la repetición. Lea siempre el libro que ellos elijan aunque para ti sea aburrido. La repetición les ayudará a adquirir memorización.
6- Establecer un rincón para la lectura para que el niño vaya cogiendo el hábito de la lectura.
7- Visita a la biblioteca con tu hijo por lo menos una vez a la semana. Allí encontrarás actividades relacionadas a los libros, lectura, exposiciones y un ambiente adecuadamente tranquilo apropiado para el placer de leer y conocer.
8- Entra con tus hijos a las librerías del mismo modo que entran en otras tiendas.
9- Regala libros a los amiguitos de tu hijo. Así él estará percibiendo que el libro es un objeto de placer del mismo modo que los juguetes.

jueves, 18 de abril de 2013

Educar las emociones y sentimientos de los niños



Los padres podemos enseñar a los niños a canalizar sus emociones y a identificarlas. Es importante que aprendan a controlarse y a ser empáticos con los demás. La educación emocional es parte de la formación del niño. 
La psicóloga Silvia Álava nos ha concedido una entrevista en la que nos aclara en qué consiste la inteligencia emocional, cómo se puede medir la inteligencia emocional de los niños y cómo educarles en sus emociones.

¿Cómo pueden los padres educar las emociones de los hijos?
Por supuesto que los padres podéis ayudar a educar las emociones de vuestros hijos, pero va a ser todavía más efectivo si lo hacemos con una intervención planificada, es decir, con un correcto programa de educación emocional ya que se ha demostrado que tienen un efecto positivo sobre el ajuste psicológico, sobre el rendimiento académico y sobre las relaciones sociales y además disminuyen también las conductas de agresión.
Es importante que los padres trabajen con los niños la importancia de la comunicación, que aprendan a expresar sus emociones, a decir cómo se sienten. También hay que trabajar la empatía: saber cómo te sientes tú pero también como se está sintiendo la otra persona. Cuándo trabajamos la empatía, cuándo nosotros somos empáticos eso nos va a ayudar mucho a las relaciones sociales, nos va a ayudar a entender cómo se siente el otro y en el momento que entendemos eso nos va a facilitar cual es la conducta que debemos tener y esto hay que educarlo desde bien pequeñitos. 

¿Cómo y cuándo tenemos que enseñar a los niños a controlar sus emociones?
A los niños se les puede enseñar a controlar las emociones desde bien pequeñitos, cuándo son muy chiquititos hay que enseñarles a tolerar la frustración. Lo primero de todo es que lo perciban. Nosotros podemos decir al niño: “entiendo que estés enfadado porque no puedas tomar el caramelo pero es que ahora no hay que tomarlo".
Desde pequeñitos se les ayuda a ir controlando las emociones. Y lo fundamental cuando son pequeños vamos a centrarnos mucho en que sean capaces de reconocer las emociones: que sepa cuándo se está contento, triste, enfadado, que sepa cuándo tiene miedo, que sepan verbalizarlo y también la tolerancia a la frustración, esto es algo que hay que aprender desde la más tierna infancia. 

¿Qué tipo de capacidades emocionales deben reforzar los padres de sus hijos?
Si atendemos a este modelo que estamos hablando de los 4 factores de la inteligencia emocional sería:
- que los niños aprendan a percibir sus propias emociones tanto las suyas como las de los demás.
- que aprendan a comprender las emociones que les está ocurriendo a ellos y a los demás.
- que esas emociones les faciliten también su
comportamiento.

- que aprendan a gestionarlas y canalizarlas.

Esos serían los pilares básicos de las competencias emocionales que hay que trabajar con los niños. No nos olvidemos de favorecer muy bien un buen clima de confianza que pueda haber una buena comunicación. Que el niño desde pequeño pueda comunicar y puedan decir cómo se siente. Hay que preguntarles a los niños cómo se sienten pero también cómo creen ellos que se están sintiendo los padres o un amiguito.  Esto son cosas que son facilitas y que pueden ir aprendiendo los niños y que los papás les pueden ir enseñando desde que son pequeños. 

lunes, 15 de abril de 2013

Gelatina de leche y frutas



Nos  encantan estas recetas que se preparan en un plis, que no hace falta tener ningún conocimiento de cocina y encima con este aspecto tan espectacular!! Espero que todos os animéis a probarla.
Los ingredientes no pueden ser más sencillos, la gelatina puede prepararse en cualquier tipo de molde, incluso un bol de los que cualquiera tenemos en la cocina.  En esta  primavera no puede faltar en la mesa una gelatina de leche y frutas como esta ¡¡¡manos a la obra!!!

Ingredientes:
  • 1 paquete de gelatina de fresa o frambuesa (2 sobres)
  • 1 paquete de gelatina de manzana, kiwi o limón (2 sobres)
  • 1 paquete de láminas de gelatina neutra (12 láminas, la cantidad necesaria para 1 litro de líquido)
  • 1 bote grande de leche condensada (740 gr)

Preparación:
En primer lugar, vamos a preparar dos moldes rectangulares pequeños de aluminio de los desechables o dos tuppers, untándolos con un poco de aceite de girasol para que luego sea más fácil desmoldar la gelatina. Medidas aproximadas: 21×15 cm
Elaboramos la gelatina de sabores según las instrucciones del envase. En mi caso, comenzamos con la gelatina de fresa. Ponemos a hervir dos vasos de agua, cuando hierva agregamos el contenido de los dos sobres de gelatina y removemos hasta su completa disolución.  Agregamos otros dos vasos de agua fría y removemos hasta que esté bien disuelto. Vertemos sobre el molde que hemos preparado y dejamos en el frigorífico mínimo 3 horas, mejor de un día para otro. Repetimos estos pasos con la gelatina verde: de manzana, kiwi o limón. Si usamos gelatina de limón, agregaremos unas gotas de colorante verde a uno de los vasos de agua fría que añadimos a la gelatina.
Una vez solidificadas la gelatina de sabores, las desmoldamos con cuidado y con un cuchillo afilado que iremos mojando en agua caliente, cortamos en cuadrados. No hace falta que sean regulares. Mezclamos con cuidado ambas gelatinas.
Preparamos un molde de bundt o cualquier otro tipo de molde que tengamos, untándolo con un poco de aceite de girasol para que resulte fácil de desmoldar. Colocamos los cuadrados de gelatina verde y roja repartidos en el molde y seguimos preparando la gelatina de leche condensada.
Para ello ponemos a hidratar las 12 láminas de gelatina neutra en un bol con agua fría 5 minutos.  Calentamos un vaso de agua hasta que hierva, lo ponemos en un bol amplio y agregamos las hojas de gelatina hidratadas y escurridas. Removemos hasta que se disuelvan completamente. Agregamos la leche condensada al bol donde hemos disuelto las hojas de gelatina (y no al revés o quedarán grumos) mientras que removemos continuamente.  Dejamos enfriar a temperatura ambiente unos 15 minutos, ya que si la ponemos caliente sobre la gelatina de sabores, disolverá los cubitos.
Vertemos la gelatina de leche condensada en el molde donde habíamos colocado previamente los cubitos de gelatina de colores. La leche condensada no debe superar el nivel de los cuadrados de gelatina de colores, ya que estos flotan y si no la parte de abajo (que luego será la parte superior de nuestra gelatina) quedaría solo blanca. Dejamos enfriar en el frigorífico mínimo 3 horas y lo ideal es  de un día para otro.
Para desmoldar debería bastar con girar el molde; si es un molde de silicona lo haremos con gran facilidad, si el molde es duro puede costar un poco más. Si la gelatina no cae, podemos pasar con cuidado un cuchillo afilado por el borde y frotar el molde por fuera con un paño caliente hasta que salga. Si aun así no sale, podemos sumergir el molde unos segundos en agua muy caliente.